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MARIANO

IBÁÑEZ

Los colores condicionan el estado de ánimo, la pintura además provoca sensaciones

El proceso de la pintura

“Una vez se empieza a pintar, al transcurrir un tiempo, que no sabría determinar, se deja de pensar en palabras que representan las cosas que se están pintando. 

El pensamiento pierde la capacidad de nombrar el motivo y todo se convierte en formas y texturas de color anónimas».

El autor

Mariano Ibáñez Gosálvez – Alicante 1955

Estudia Derecho y Economía, letrado de la Administración, apasionado por la pintura combina su actividad profesional con el arte. Realiza estudios complementarios en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo, y en la ciudad de Oviedo, circunstancias que le dan la oportunidad de percibir la estética paisajística del norte de España. Visita San Sebastián, ciudad de la que pinta sus playas y sus paisajes.

Mariano Ibáñez ante el espejo

La Obra de Mariano Ibañez

Todas las obras de Mariano Ibáñez son pintadas “alla prima” con espátula, sin boceto previo, y terminadas como máximo en tres sesiones de trabajo. Obras que una vez firmadas jamás rectifica. De ahí la frescura del resultado que no admite ningún aspecto dubitativo durante su ejecución. Pintor que huye del reconocimiento oficialista, a pesar de que concurrió con éxito a exposiciones colectivas, premios y certámenes pictóricos, llegando a realizar exposiciones personales. Su pintura la dirige a todo el mundo buscando la cotidianidad del arte.

Alicante

Mariano Ibañez nace a orillas del Mediterráneo, la luz de su Alicante natal y sus ambientes estivales, plácidos y relajados, le sirven de acomodada hamaca desde la que a través de sus obras sugiere al espectador un alto en el camino, un respiro frente al mar, un leve soplo de brisa marina en el rostro. Sin pretensión alguna de complicadas e inescrutables interpretaciones psicológicas del arte, de las que huye, simplemente desea transmitir el placer por vivir que se refleja en sus cuadros.

Alicante en el recuerdo

Playa San Juan

Pueblos Alicantinos

Paisajes

París

Ibañez conoce Paris por primera vez en 1974 de la que queda fascinado, y a la que regresa en innumerables ocasiones. En 2006 es invitado a la Cité International de la Université de Paris por la Fondation Rosa Abreu de Grancher, visitando el Colegio de España, entorno donde se relaciona con el ambiente intelectual y universitario de la capital francesa.

Durante las estancias de Mariano en Paris, tiene la oportunidad de conocer las más importantes galerías de arte parisinas. Amante sin reservas del impresionismo, en su primera visita al Museé D’Orsay, al que vuelve recurrentemente, la visión directa de la obra de los maestros impresionistas le resulta impactante, representando un antes y un después en su visión de la pintura.

Biarritz

Recorre el suroeste de la costa francesa haciendo parada en Biarritz por la que queda seducido a la vista de sus arenas ocres y sus típicos parasoles a rayas de la Grande Plage.

Madrid

Costa Alicantina

San Sebastián, Gijón y Santander

Formentera y Tossa de Mar

El estilo

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El vitalismo y la alegría del verano inunda la tendencia del estilo pictórico de Mariano Ibañez, que se transmite en sus obras, especialmente a través de sus marinas, con la única pretensión de que el observador participe de su propia introspección, evocando sus momentos felices, sus mejores recuerdos frente al mar.

Peces amarillos

Pintor autodidacta, estudia las técnicas pictóricas con el mismo rigor que aplica en su profesión.Lector empedernido, convierte a “Los materiales de pintura y su empleo en el arte” de Max Doerner, profesor que fue de la Pinacoteca de Munich, en una de sus lecturas favoritas.

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Mariano Ibáñez, el pintor de lo inmediato

Cuando Manet pintó La Grenoullére en 1869 el arte descubrió su inagotable capacidad de transmutar y a la vez, irritar a los defensores de la inmutabilidad del canon pictórico de la época, así que el Impresionismo fue rechazado de inmediato por la estricta Academia francesa. Esta actitud de acción-reacción se iría repitiendo hasta la postmodernidad a finales del siglo XX. Era el comienzo de la revolución plástica moderna que desde entonces trastocaría no sólo el tema sino también el soporte y la técnica pictórica. Cuando el filósofo F. Lyotard publicó en 1979 el libro La condición postmoderna se avanzó un paso más en el declive del canon y sus significados comenzaron a perder importancia al mismo tiempo que primaba la individualidad de la obra como alternativa a un lenguaje que hasta entonces se presumía como internacional. La obra de arte comienza a justificarse por sí misma como un objeto intrínseco despojado de un mensaje referencial común. El cuadro se convierte en un artefacto que no tiene por qué representar una forma de pensamiento. El artista puede adaptar libremente elementos prestados de otros autores tanto en textura como materiales, está permitido este melting pot que como recalca P. Patuel, abre la puerta a una época estética donde se busca el divertimento a través de lo ecléctico.

Es en este territorio es donde se encuentra cómodo el pintor Mariano Ibáñez, que otea esta perspectiva postmoderna liberadora del canon y adopta referencias luministas en el tema y herramientas expresionistas en la técnica para transmitir una suerte de vitalismo y alegría en sus obras con la pretensión de dulcificar lo ácido y prosaico de esta vida. A base de densos empastes y grattages aplicados con rapidez por su espátula, hasta con impaciencia, interviene el lienzo o la tabla de modo sucesivo con capas de colores cuyo resultado final está impregnado de la Joie de vivre. Mariano Ibáñez se empeña en enviar un soplo de brisa desprendida de sus cuadros que acaricie al espectador sin mayores pretensiones, transmitir el encanto de las marinas, playas y ciudades que conoce y que ha integrado como una segunda piel a lo largo de su extensa vida. Ibáñez es un postmoderno que ha ido espigando a través de sus densos empastes las experiencias expresionistas de los pintores alemanes y nórdicos de entreguerras (Nolde, Kirchner, Grosz), mirando de reojo las obras de K. Korovin o R. Liberace y las técnicas del movimiento de abstracción gestual valenciano, desde Juana Francés , Alfonso Saura, Ramón Castañer o el mismo Grup D’Elx quienes plasmaban su denuncia social con una gestualidad matérica tan alejada de la placidez de los otros luministas levantinos de la escuela de C. Pla y J. Sorolla con los que más se identifica la paleta de nuestro pintor.

El artista ya ha olvidado los tambores y sus cuestiones existenciales las resuelve por otros caminos. Lo que a él le interesa es su espátula embebida de colores cálidos mediterráneos que aplica consiguiendo una reverberación atmosférica sorprendente e intimista impactando en la retina del espectador e invitándole a disfrutar de sus obras, a interpretarlas según su sensibilidad… y es que todas ellas invitan a una sonrisa, son un viaje agradable y gratificante hacia el despertar de lo amable y placentero.

José Luis Antequera - Doctor en Historia del Arte (Miembro de la Asociación Internacional de Críticos de Arte (AICA))

Exposición pinturas Mariano Ibáñez - Diputación de Alicante
Exposición pinturas Mariano Ibáñez - Diputación de Alicante

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